“Es mejor escribir para sí mismo y no tener público, que escribir para el público y no tenerse a sí mismo”

Cyril Connolly

lunes, 5 de septiembre de 2011

AUTOESTIMA.

“La persona más influenciable con la que hablaras todo el día eres tú, ten cuidado entonces acerca de lo que te dices a ti mismo”

“La opinión de los demás sobre ti, no tiene que volverse tu realidad”



Es la percepción de los sentidos, el pensamiento que se tiene con relación a uno mismo, la forma de vincularse con el entorno, la inserción dentro cualquier ámbito social empezando por la familia. La relación entre uno mismo, la forma de verse comienza y depende, de su desarrollo en el espacio familiar y sus vínculos, más el lugar que ocupemos dentro de la misma, y donde nos hayan colocado. La autovaloración en principio no es propia se va formando en base a las opiniones, los juzgamientos, a la forma en que nos ven y nos marcan, etiquetándonos desde la tempana infancia.
Luego lo que hacemos a medida que crecemos es responder a esos comandos y a demostrar para bien o para mal lo que se espera de uno, en base a esas ideas primigenias que “nos mostraron como somos”. Si en esa primera etapa hemos sido criticados, anulados mentalmente, marcando nuestros errores y desaciertos constantemente, siendo menospreciados de diferentes formas, casi con certeza tendremos una autoestima baja. Seremos con seguridad inseguros, tímidos, temerosos y tendremos sentimientos y pensamientos de desaprobación para con nosotros mismos la mayor parte de nuestras vidas. 
El grado de desarrollo como persona en todos sus sentidos (familiar, trabajo, social, logros etc.)  estará determinado por el valor que se de cada individuo, lo que “crea merecer” y lamentablemente una persona con baja autoestima es muy poco lo que cree merecer o nada tal vez, entonces pasa la mayor parte del tiempo demostrándolo y haciéndolo realidad, usando en su contra el mayor poder del ser humano: la mente y el sentir, creando una realidad de acuerdo a la percepción que tiene de sí mismo.


La mente y el sentir son simplemente herramientas que no nos llevaran por sí mismas hacia la felicidad deseada o a los logros soñados, son instrumentos que poseemos para llegar a estas condiciones ideales, pero en ello está comprometido nuestro esfuerzo, nuestro libre albedrio, sería como pretender sino que un coche se manejara solo estando nosotros sentados en el asiento trasero, pretendiendo de esta forma llegar a donde necesitamos ir.
Lo ideal sería pasarnos al asiento de enfrente y empezar a conducir ese vehículo que esta vez si nos llevara donde deseemos ir, muchas veces es la baja autoestima la que no permite que nos cambiemos de lugar, el miedo a la equivocación, la inseguridad asentada de cuando nos repetían o nos hacían sentir que no era de esa forma o lo mal que lo hicimos “aquella vez”.

También entra en juego usualmente la comparación, con tal o cual sujeto, donde “creemos” que es mejor o tiene más cualidades que nosotros mismos, o tal vez posea más y mejores cosas. Sin embargo esa es una percepción tan solo del pequeño lugar que hemos optado por observarnos y mirar hacia el exterior. 
De estas formas, suelen salir sentimientos sumamente nocivos para nosotros y el entorno como la envidia, el sentimiento de fracaso, la frustración, la comparación constante, más que perjudicar el entorno, solemos convivir con estos sentimientos todo el tiempo, de manera solapada algunas veces, otras expuestas debido a reacciones impulsivas donde sale a la luz aquello que no queríamos pensar o ver.
 Cada ser es único  e irrepetible y el mundo no sería igual si cada uno no tuviese sus propias características que lo hacen diferente, pero diferente en el sentido enriquecedor, en la variedad y en las cualidades especiales de cada ser humano, por eso la comparación no tiene cabida entre dos seres. Aquellos que creen no tener nada que ofrecer o de  no ser buenos en nada, simplemente no se han dado la oportunidad de demostrarlo. 


Todos tienen derecho a las mayores aspiraciones, aquellos que lo han logrado no son seres especiales, ni son mejores, simplemente se han mirado a sí mismos, desde el respeto, el amor, la confianza y la seguridad.
No es la vida que nos toco en suerte, cuando nacemos todos venimos con las mismas posibilidades, cada uno decide qué hacer con ella, una obra de arte o un prolongado sufrimiento. Si bien estamos siempre condicionados por la familia en la que crecimos, siempre tenemos la posibilidad siendo adultos de modificar de tomar conciencia lo que realmente somos y valemos, sin permitir que terceros nos digan que o quiénes somos, atreves del autoconocimiento y la paciencia.
Tener una autoestima alta no significa ser egocéntrico ni narcisista, ya que esos términos denotarían una autoestima baja disfrazada, seria aprender a quererse y a aceptarse en los aciertos y también en las falencias, conociéndolas y aun así seguir sintiendo respeto por uno mismo. Nadie es absolutamente completo, por eso unos aprenden de otros, donde encontramos en diferentes individuos cualidades a imitar aquellas que nos parezcan aceptables, tratando de adoptar esas cualidades, no pensar que somos incapaces de tenerlas.

Es el cambio de óptica lo que marcaria la diferencia, no el no ser o no poder, sino el quererlas para uno y forjarlas atreves de la imitación de aquellas personas que las posean naturalmente, sin perder nuestra identidad donde lo imitado se amolde a nuestras formas, tampoco se trata de ser igual a otro.
Realmente el tema de la autoestima no es algo menor ya que a partir de esta, se marca el rumbo a seguir a lo largo de toda nuestra vida y asimismo es difícil tratarla cuando esta distorsionada, requiere todo nuestro mayor esfuerzo pero vale la pena el intento ya que lo que estaría en juego seria ni más ni menos, que el desenvolvimiento futuro de esta vida.

Cuento sobre la autoestima:

Había una vez un matrimonio con un hijo de unos doce años y un burro,
Decidieron  viajar, trabajar y conocer el mundo, así se fueron los tres con el burro.

Al pasar por el primer pueblo la gente comentaba:

“Mira ese chico mal educado, el arriba del burro y los padres ya grandes, llevándolo de las riendas”
Entonces la mujer le dijo a su esposo: “No permitamos que la gente hable mal del niño”
El esposo lo bajo y se subió él.

Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba:

“Mira que sinvergüenza ese tipo, deja que la pobre criatura y la mujer tiren del burro, mientras el va muy cómodo encima”
Entonces tomaron la decisión de subirla a ella al burro, mientras padre e hijo tiraban de las riendas.

Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba:

“Pobre hombre después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro..¡ Y pobre del hijo, que le espera con esa madre!”
Se pusieron de acuerdo y decidieron subir los tres arriba del burro para continuar su camino.

Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los pobladores decían:
“Son unas bestias, mas bestias que el burro que los lleva..¡ Van a partirle la columna!”
Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro.

Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes:
“Mira a esos tres idiotas, caminan cuando tienen un burro que podría llevarlos”


“No importa lo que hagas o qué actitud tomes, siempre habrá quien te critique y hable mal de ti, nunca dejaras conforme a los demás, por eso sigue siempre tu propio sentir”


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