“Es mejor escribir para sí mismo y no tener público, que escribir para el público y no tenerse a sí mismo”

Cyril Connolly

jueves, 1 de septiembre de 2011

ESPIRITUALIDAD.



En términos religiosos podría decirse que sería la comunicación entre el hombre y el ser superior o DIOS, en términos filosóficos es la liberación del espíritu en la materia y la oposición entre ambos. Personalmente creo que es un estado de conciencia, de ser, de perfeccionamiento constante en cuanto a las virtudes inherentes al espíritu manifestado, sutilizando la materia hasta lo más puro del ser.

 Esto requiere del constante trabajo sobre uno mismo para lograr las manifestaciones espirituales y los dones que vienen adjuntos, que nada tienen que ver con “poderes especiales” ni el conocimiento intelectual. La videncia, las proyecciones astrales, la telepatía por ejemplo son funciones que si vienen con nosotros al nacer o las provocamos mediante su práctica nada tiene que ver con la espiritualidad.

Una persona no es más “espiritual” porque posea estos dones, simplemente se han manifestado por alguna razón, pero esto no lo hace mejor persona, como un título académico no da garantías de honestidad ni de confianza sobre un individuo. Ciertamente los dones del espíritu si hacen que se manifiesten estos hechos pero como consecuencia y no como causa. 
La consideración, la misericordia, la generosidad, el sacrificio, el amor incondicional etc. esos si son los dones del espíritu, sobre los cuales trabajar para acercarnos a la espiritualidad. Tampoco basta con asistir a un centro religioso y orar o comulgarnos, si luego en la vida diaria olvidamos de que se trata lo que prometimos cumplir. 
Lo que damos, nos lo damos a nosotros mismos, pues formamos parte de una misma creación.

Una persona espiritual es aquella que sigue las directivas que da el alma, y donde en su mente el miedo no tiene cabida, donde no intervienen las posturas ni opiniones de terceros, pues dentro conserva su propia luz que los guía.
 Tampoco tiene que ver con lo religioso, no es necesario serlo ni creer en algo especifico, alcanza con saber que para acceder a la energía  y a la luz más pura se debe perfeccionar la materia. Todo es luz y energía, los seres humanos solemos poner formas y nombres a todas las cosas, pues es la forma en la que percibimos en la actualidad, aunque tengo que admitir que las religiones fueron creadas para mantener al ser humano en una especie de directriz moral, sino tal vez seriamos un poco más que seres sin control alguno. 
Las  distintas religiones y hasta el ser ateos son como diferentes cajas de colores en las cuales las personas se encuentran inmersas, lo ideal sería salirse de todas ellas y “ver” desde afuera un panorama más general, donde nos encontraríamos con similitudes entre todas ellas y conflictos análogos en cada una. Eso proyectaría que estamos ante lo mismo manifestado de diferentes maneras, sin meterse en cada caja, respetando su contenido ni adoptando como propia cada idea, solo tomando en cuenta de cada una de estas posiciones lo que nos dice solo nuestro sentir interno.
 Eso nos amplia la visión, el entendimiento y la creatividad que de la otra forma tiende a hacernos mirar sin “ver” en una sola dirección.
La meditación diaria es una buena forma de conocimiento interno y de reflexión, es la llave que nos permite distinguir lo real y verdadero de lo pasajero e ilusorio. A medida que esta se ejerce se establece un vinculo con el espíritu en que se va adaptando a nuestras formas haciendo posible que cada vez con más frecuencia nos influencie sus destellos, en términos de sabiduría.
 El poder si no está equilibrado con la sabiduría es un cuchillo de doble filo, por eso requiere especial atención nuestro comportamiento, nuestra observación constante, desde la sencillez de no hacer a los demás lo que no nos gustaría que nos hicieran y tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran. Eso ya es un buen comienzo en el camino hacia la espiritualidad.

No es el contacto con las divinidades, ni poderes sobrenaturales, es que hacemos con lo que tenemos, si no podemos manejarnos desde la sencillez, mucho menos podremos sustentar algún poder, en los que seguramente terminaremos siendo nuestras propias víctimas.

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